En Ecuador habitan al menos 300.000 especies de insectos

Más allá de los que causan enfermedades o de los que son plagas que diezman cultivos, poco se conoce sobre las especies de insectos. El grupo animal más numeroso del planeta está entre los menos estudiados con fines de conservación.

En Ecuador es mucho más acentuada esta falta de investigación, según expertos. El país no cuenta con un libro rojo de los insectos en el que se indique la distribución de cada especie, la función que desempeña en los ecosistemas o su estado de conservación, ni siquiera de los pocos descritos por la ciencia que se conoce son parte de la biodiversidad local.

Unas 300.000 especies de insectos habitan en el territorio nacional de las que solo se ha identificado al 5%, unas 15.000, afirma David Donoso, ecólogo de la Escuela Politécnica Nacional. “De ese 5% solo sabemos la especie que tiene tal nombre científico, nada más, no sabemos número de poblaciones ni qué poliniza, ni si está en peligro”.

Al igual que las aves, los insectos polinizan las flores de las plantas y dispersan las semillas, lo que impulsa la productividad en los sembríos, según estudios.

Con la polinización, explica Lisbeth Espinoza, profesora investigadora de la Facultad de Ciencias de la Vida de la Espol, “miles de plantas silvestres y domésticas pueden generar frutos de manera exitosa”.

Los insectos y las plantas que polinizan han evolucionado en conjunto a lo largo del tiempo, afirma Espinoza, lo que “deriva en una interacción que muchas veces puede ser muy específica entre la planta y su polinizador como es el caso de las orquídeas y (de la planta del) cacao, que se sirven de una especie de insecto en particular”.

La especialista agrega que “los polinizadores aseguran que exista un flujo genético entre poblaciones de plantas, ya que al transportar el polen hacia diferentes zonas se mantiene la diversidad genética”.

Álvaro Barragán, investigador y curador del Museo de Zoología (QCAZ) de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador con sede en Quito, indica que las moscas del género Forcipomyia son las que polinizan las plantaciones de cacao.

Otro ejemplo es el insecto Elaeidobius kamerunicus, uno de los polinizadores de la palma africana. Ambas especies fueron introducidas de ese continente. Sin embargo, dice Barragán, debido a la plaga de la pudrición del cogollo de la planta se creó una semilla híbrida con palmas ecuatorianas.

El problema, agrega, es que ese híbrido no genera las condiciones necesarias para atraer a los polinizadores, por lo que aumenta el costo de producción ya que se necesita contratar mano de obra para que polinicen de forma manual. “Probablemente el híbrido no está produciendo la cantidad de feromonas de atracción que tiene la palma africana”.

A los efectos ocasionados por la intervención humana se suma la desaparición de la cantidad de insectos. El informe ‘Planeta Vivo 2018’ del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés) alerta sobre “las reducciones dramáticas de la cantidad de abejas y otros polinizadores” basado en dos estudios recientes. “El cambio en el uso de la tierra debido a la intensificación agrícola y la expansión urbana es uno de los principales motores de la pérdida”, indica la ONG.

El excesivo uso de pesticidas es otra causa de la reducción. En Ecuador no existen investigaciones oficiales que evidencien los efectos directos o indirectos de los insecticidas sobre las poblaciones de polinizadores, asegura Espinoza.

Sin embargo, “en Estados Unidos y Canadá, donde el uso de plaguicidas agrícolas es mucho más restringido, sí existe evidencia científica de que las poblaciones de polinizadores, particularmente la abeja melífera que es la encargada de producir la miel, se encuentran en una situación muy sensible por las aplicaciones de un grupo de insecticidas conocidos como neonicotinoides que afectan el sistema nervioso del insecto causando su muerte”.

Su uso está restringido en la Unión Europea desde 2013, agrega Espinoza, pero “lamentablemente el panorama en Ecuador es completamente diferente ya que no existe ningún tipo de regulación en la venta de insecticidas y peor una conciencia de conservación de los polinizadores entre la mayoría de los agricultores”.

La importación de insecticidas, herbicidas, fungicidas y abonos pasó de 563.131 toneladas (t) en 2006 a 790.086 t en 2016, un incremento del 29% durante una década en Ecuador. De enero a junio del 2017 ya se habían importado 388.781 t, según la última cifra disponible en la web del sistema nacional de información del país.

Rommel Betancourt, director de Agrocalidad, asegura que se aplica un programa de vigilancia a los almacenes que expenden los agroquímicos. “Hay un estricto control en la calidad de las formulaciones, tomamos muestras en los almacenes de forma aleatoria para revisar que lo que se vende tenga coherencia con la etiqueta».

El funcionario menciona que hay regulaciones al respecto como la Decisión No. 804 (Norma Andina para el Registro y Control de Plaguicidas Químicos de Uso Agrícola), la Ley Orgánica de Sanidad Agropecuaria más resoluciones sobre almacenes, insumos, etc.

Pero persiste la necesidad del uso de pesticidas: “Hay que producir más alimento en menos espacio… El cambio climático está haciendo que las plagas vayan subiendo de las zonas tropicales al subtrópico y de allí hacia arriba, entonces se están volviendo resilientes”, asegura

Betancourt acota que se hace capacitación para concienciar al productor sobre el buen uso de lo que llama como “herramientas tecnológicas” (pesticidas): “Respetar las dosis, los tiempos de retiro y de carencia… Si dice dos litros por hectárea pues que no sean tres. Si es para banano no se debería usar en frutilla y para eso está el control para que no esté pasando. En las buenas prácticas agropecuarias hay un componente de corresponsabilidad del productor, de los consumidores también, que sepamos exigir”, señala.

Así que «si las recomendaciones (del producto) dicen que se debe tener cuidado con los insectos benéficos hay que hacer las aplicaciones de forma correcta», asegura.

En Ecuador hay 126 productores con certificados de buenas prácticas agropecuarias. “No es mucho, pero antes no había ninguno”. La entidad ejecuta una campaña de capacitación sobre buenas prácticas agropecuarias que ha llegado a 140 mil personas, entre productores y consumidores, en los últimos cinco años, según Betancourt.

El problema del uso de pesticidas, según Barragán, es que no matan solo al bicho que es la plaga, sino a todo lo que está en su entorno, incluyendo a los insectos que pueden ser controladores biológicos.

Agrega que ni el 1% del total de las especies de insectos puede llegar a ser plaga: “El problema es que estamos sembrando monocultivos que son susceptibles a las plagas, entonces lo que hacen los insectos es tratar de volver a la armonía natural al ver una sola variedad, por lo que atacan”.

Fuente: El Universo, Camara de Turismo LGBT de Ecuador

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